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IA, ¿antes o después?

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POST Nº 721

Muchas personas piden a ChatGPT, o a IA similares, que les sugieran una estructura o pistas iniciales como punto de partida para pensar sobre un asunto cualquiera. Este es un hábito extendido que se recomienda con alegría. Un atajo resultón que, como todos los atajos, tiene bastante peligro. Convierto ahora en post una entrada que publiqué este sábado, con muchos comentarios, en mi cuenta de LinkedIn, explicando por qué.

El argumento es sencillo. Si delegas el primer esfuerzo de pensar a una máquina, corres tres riesgos:

1) Renuncias a muscular tu capacidad de pensar y analizar de manera autónoma, usando tu marco de referencia y tus propias herramientas, sobre el asunto que estás externalizando.   

2) Si confías el primer «borrador» a la IA, estarás sesgando la dirección que vas a seguir. El punto de partida que te sugerirá la herramienta va a condicionar bastante el espacio de búsqueda en que se moverá tu reflexión. Ese primer molde marca el relato.

3) Es más probable que el enfoque que siga tu resultado sea más estandarizado y previsible, que si arrancas el análisis desde premisas más personales y creativas. Si haces lo segundo, serán tus sesgos (más raros, más singulares, más tuyos) y no los de la máquina (estadísticamente más comunes).

Sabiendo esto, yo nunca empiezo NADA preguntándole a una IA. El primer esfuerzo de reflexión, hasta que se me agoten las neuronas, es SIEMPRE mío. Solo después que he conseguido sacar lo mejor de mí, es que quizás voy a ChatGPT a hacer pingpong para complementar —y mejorar, si cabe— mi reflexión autónoma. Esta es también una manera de testar, como ya expliqué en un post de LinkedIn, si mi aporte mejora lo que puede entregar una máquina. 

Cuando pienso en ese hábito de ir antes a ChatGPT, lo primero que se me ocurre preguntar es qué tipos de TRABAJOS hacemos o nos encargan, para que una máquina puede estructurar la respuesta mejor que nosotros. Lo segundo, qué tipos de PERSONAS seremos en el futuro si nos habituamos a encargar la parte más sesuda y estratégica, la que más exige pensar —es el caso de definir una estructura o el hilo argumental para responder a algo—, a un bicho pensante externo que nos dicte el guion, que nos entregue el relato ya pautado para que nosotros rellenemos apartados y completemos. 

Y si no lo entiendes todavía, te invito a contestar esta pregunta: ¿Que le dirías a tu hijo/a si te cuenta que el índice/estructura para responder a un ejercicio de reflexión que le pusieron en el Cole, o en el Instituto, se lo pidió a ChatGPT? ¿Pensarías que hace bien? Si crees que no, entonces, ¿Qué es lo que te hace suponer que los adultos somos tan diferentes en la necesidad de muscular el razonamiento?

En el mundo académico esto ya está pasando, y que ocurra allí ya es el colmo. La presión por publicar lo incita más. A mí me parece bien que un investigador o investigadora le pase a una IA un gráfico o una hipótesis sesuda, que haya generado primero de manera autónoma, para que una herramienta como esta le sugiera hipótesis y le dé pistas nuevas. Pero me parece bien siempre y cuando se haya esforzado antes en crear las suyas, y entonces busque en la IA una interlocutora para afinar su análisis.  

Nunca habría que olvidarse que las IA aumentan la productividad esencialmente a base de atajos. Y también que las drogas siempre han sido eso: atajos super eficientes, metadonas que alimentan la rueda del menor esfuerzo. Si nos acostumbramos a esos atajos para comenzar la reflexión, vamos a sistematizar los tres riesgos que comenté al inicio. Puede convertirse en el típico vicio que es molón a corto plazo pero que te jode la vida a largo.

Lo más significativo, cuando actuamos así, es que estamos obviando que el proceso mismo de pensar tiene muchísimo valor. Y que esforzarse para expresar bien lo que uno ha pensado es también la repera de útil y estimulante. Yo, como «escribo para pensar», no me imagino pidiéndole a una máquina que escriba por mí.

Que me ayude DESPUÉS, sí. Pero ANTES, no.

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La entrada IA, ¿antes o después? se publicó primero en Amalio Rey | Blog de innovación con una mirada humanista.


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